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Sin cena en Noche Buena

Caminar por el centro de Quito en las fechas festivas, se ha convertido en una de las mayores travesías para los consumidores, pero más aun cuando se acerca el mes de diciembre. Almacenes llenos, gente corriendo de aquí para allá, enormes bolsas de compras, ofertas por doquier, luces y ambiente festivo, son los principales ingredientes de una típica navidad al estilo ecuatoriano-occidental.  Y no es para menos, y aun en la navidad, lejos de ser una época de unión familiar, amor y paz, se ha convertido en un foco latente de consumo, neocolonialismo y marginación social.

Es inevitable transitar por las calles de la ciudad sin toparse con niños pidiendo caridad, y es que comienzan un mes antes, con caritas angelicales, niños y niñas sin importar el perligro en las calles piden su navidad o algun regalo para ellos. Por otro lado hay personas durmiendo en la calle o simplemente gastando lo poco que ganan en intentos de igualar las circunstancias festivas de sus familias. Miles de historias se tejen en los lugares más recónditos de la capital, y la de Luis Gómez alias “Trapito”, es una de ellas.

 

En la plaza de Santo Domingo, en medio del trajinar de la sociedad, emerge “Trapito”, un pequeño niño de 8 años que trabaja limpiando zapatos alrededor del centro histórico. Al acercarme a él, tímidamente me saluda y me pregunta si quiero que me lustre los zapatos. Lleva en sus manos una caja sucia y malgastada, conteniendo frascos con pintura, un cepillo y una franela ennegrecida por la grasa de zapatos. Le ofrezco invitarle a comer a cambio de que conversemos. Nos comimos un helado mientras me contaba su vida.

 

Luis, o “Trapito”, como lo llaman sus amigos, es un niño de escasos recursos económicos que ha tenido que trabajar para poder ayudar a su madre con el gasto de la casa. Tiene 3 hermanos, el mayor tiene 10 años y la menor 8 meses. Su padre los abandonó cuando su hermanita apenas había nacido, por lo que él y su otro hermano tuvieron que dejar de estudiar y ponerse  a trabajar. Solo llego hasta el tercer año de primaria, dice ser bueno para las matemáticas y asegura que era el mejor en su clase.

 

Al caminar por el centro histórico, “trapito” observa tristemente los juguetes exhibidos en los almacenes y prefiere retirar la mirada antes de albergar falsas esperanzas. Frente a esta acción, le pregunto sobre la forma en que celebra la navidad. Suspira profundamente y con voz  apagada me dice: “Nosotros no celebramos la navidad. Mi mamita no tiene para comprarnos juguetes, ropa o comida. Ese día vamos a la Iglesia, a la salida nos compra un helado y de ahí regresamos a la casa a dormir para mañana madrugar a trabajar a pesar de no tener todo lo que los demás tienen me siento bien con mi familia junta”.

Luego de una larga caminata, me despido de Luis deseándole muchas bendiciones prometiéndo que volveré para que me lustre los zapatos.

Realizado por Mayra Villacrés

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