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Entre manifestaciones y vandalismo aprendió Skate

Jackson Castro practica skate desde los 14 años, ahora este deporte es parte de su vida.



Sentado en una silla de madera  sonríe con nerviosismo, pues no sabe qué es lo que va a responder.


Sus padres quisieron que naciera en Colombia, pero a pocos metros  de cruzar la frontera, un 8 de Junio de 1991, nació Jackson Fabricio Castro Ayala en un pueblo llamado San Pedro de Huaca.


Viste una chaqueta negra y pantalón de tela, es la ropa que debe usar para su trabajo, es vendedor  en almacenes Boyacá. Se relaja, se recuesta un poco, hace mímicas con las manos mientras cuenta su historia.


Vivió dos años en Tulcán y luego sus padres lo trajeron a Quito. “Desde  pequeño tuve problemas”, comenta. Estudió en la escuela  Abdón Michelena, ubicada en el sector Loma de Puengasí en donde tuvo problemas con un profesor, y en tercer grado fue expulsado, motivo por el cual ingresó a la escuela Jesús María Yépez.


La secundaria estudió en el Instituto Nacional Mejía, desde que estaba en la escuela tenía el deseo de estudiar ahí. “Cuando entré al cole fue totalmente la destrucción” explica Castro mientras desata una carcajada. Se unió a las manifestaciones que se realizaban en el colegio, “me dediqué al vandalismo, comenta y suelta otra carcajada.


En el Mejía predomina la presencia de estudiantes afines al Frente de Izquierda Revolucionario del Mejía (FRIM-J) que está asociado al MPD, y Jackson fue uno más. Simpatizaba con el movimiento, pero había cosas que no compartía y en cuarto curso creamos un nuevo movimiento, afirma Castro, aunque no tuvo mucha acogida. 


A partir de tercer curso comenzó a patinar, su primera “tabla” se la regaló un amigo que ya practicaba el skate. “Conocí gente que se dedica al skate por deporte y otra gente que lo hace por acercarse a las drogas y al alcohol, pero lo importante es patinar”, asegura Castro. Este deporte es parte de su vida.


“Cuando patino siento una emoción, y una adrenalina cuando hago trucos extremos, la primera vez que intento algo nuevo  sí me da miedo, pero después me siento libre, siento que vuelo.”


Raquel Ayala, su madre, no lo apoya en la práctica de este deporte pues lo considera peligroso. Su padre, Juan Castro, no vive con él, pero tampoco lo apoyaría, afirma Ayala

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Practicar Skate es caro, porque las patinetas cuestan entre 250 y 300 dólares y cada vez que se rompe por practicar algún nuevo movimiento se debe volver a comprar otra. Los zapatos, específicos para practicar este deporte no cuestan menos de 80 dólares. Con un poco de tristeza en su mirada, Jackson comenta que si fuera por sus padres no estuviera haciendo skate, sus amigos fueron los que lo apoyaron. 


Andrés Holguín, le regaló su primera patineta. Las demás se las vendió, pero a precios muy baratos. “Si no lo conocía a él, no hubiera practicado este deporte”, cuenta Castro.


Participó en varios concursos, y aunque no ha ganado el primer lugar, le ha servido para seguir aprendiendo más técnicas, trucos y para obtener más experiencia. La primera vez que patinó no le salió ningún truco, pero fue un inicio para él, ahora se ha hecho costumbre participar en concursos y patinar para la gente. Su sueño es tener un local skate.


  FRASE


“Conocí gente que se dedica al skate por deporte y otra gente que lo hace por acercarse a las drogas y al alcohol, pero lo importante es patinar

Skate es el abreviado de Skateboarding , es un deporte que consiste en deslizarse sobre una patineta  y a su vez poder realizar diversidad de

trucos, gran parte de ellos elevando la tabla del suelo y haciendo figuras y piruetas con ella en el aire



Realizado por Diana Banda

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