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 Pasan las horas y ya nos queda un poco menos de vida

La cuidad está distinta, llueve rayos de sol e inunda lo que toca, me doy cuenta porque cada paso que doy mis huellas se hunden y tatúan el asfalto quemado. Veo el reloj y el tiempo me declarala guerra. Tomo mi camino y junto a mi va Juan quien corre mirando de un lado al otro, su tiempo se agota, llega a la estación y espera, deposita su entrada en el traga monedas y sigue esperando. Llega la gran máquina que lo acercará a su destino al igual que a mí, espera que la fila de personas avance. Todos se empujan, se rozan, miran con desconfianza como los cuerpos van juntos. Las miradas se cruzan junto con los colores. La espera continúa, el tiempo transcurrerápido. Juan advierte su celular, traga saliva y responde como un clarividente, <<llego en diez, me faltan tres paradas no más>>,  y su espera desespera, quiere que la máquina vuele. Por fin llega a su estación, empuja con cuidado, esquiva y rompe a las personas como un barco a las olas y vuela como hombre bala. Rechinan llantas con peligro, Juan no cree en lo que profesa la luz roja del semáforo, esquiva los autos como puede y se pierde en el horizonte junto con el tiempo en contra

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Llego donde tengo que llegar, maltrecho por el viaje, giro la cabeza y miro de reojo, espero y corro a la acera de frente, las teclas depiano que están en la calle lucen desiertas y no pierdo la oportunidad de correr. La puerta de vidrio del edifico me recibe, en este lugar es la hora pico, un gran atascón de personas esperan su turno de ser atendidas.


María, alta y malhumorada por la espera,  está adelante mio con dos niños que huyen de sus manos para revolotear por ahí. El coro de gritos no se hace esperar, todos braman por atención. María me pide que le cuide su puesto, va a revisar donde está uno de sus hijos, no lo encuentra, se desespera, empieza a gritar su nombre y a esquivar con la mirada a las personas, pasan tres segundos y el guardia de la institución viene con el niño a entregarlo, mientras era turno del otro para desaparecer. Al igual que los niños el “sistema” se escondió y nadie podía encontrarlo, a pesar de todo seguíamos esperando nuestro turno, nadie daba un metro por perdido. María volvió, me agradece por cuidarle el puesto, asiento la cabeza con gusto y todo vuelvea la normalidad. Nadie se ha movido, el “sistema” no aparece, se fugó, me parece que teme a las grandes audiencias. Sucede algo que se veía venir, el calor y la aglomeración hace que una persona de la tercera edad cayera desmayada, todo se vuelve una locura. Los niños de María corrieron a ver que le pasaba.Los niños lloraban y gritaban <<¿mamá, la señora está muerta, como en la novela?>>. Nadie se movía de los puestos asignados por la coincidencia. Los funcionarios del edificio salieron a informar que nuestra espera es en vano, que van a cerrar, que vayamos a otra dependencia. María insulta con malas palabrasal unísono  con los demás, mientras sus hijos seguían llorando, los toma del brazo como arrepentida e insultando se va perdiendo en la luz que reflejala puerta de salida. El calor aumentade acuerdo a los insultos. Me voy con los ojos entrecerrados por el reflejo del sol. Salgo y puedo sentir el aire fresco, levanto mi cara hacia el oriente y veo salir humo blanco de la montaña, culpa del incansable sol que nos va dejando sin arboles, sin ubres, sin fe, sin ríos.

Realizado por Christhian Navarrete

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