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Entre inciensos, tabores, cantos y baile los Krishnas promulgan su fe
Una especie de pandereta se escucha entre la voz de la mujer que sale del megáfono en la Plaza Grande, Centro de Quito. Un grupo de jóvenes vestidos con pantalones anchos y una túnica de colores cálidos como el tomate se ven cantando y bailando a lo lejos.
La gente que viene de paso por el centro, y más en estas épocas festivas, les miran extrañados el resto ya se ha acostumbrado a verlos bailar y cantar por las calles de Quito con sus ropas anchas y sus singulares peinadnos. Claro cantando en otro idioma en donde lo único que se entiende es ´Hare krishna´. Los krishnas ya llevan mucho tiempo en nuestro país sólo que no es una religión muy conocida. Y es que, sin ánimo de ofender, los únicos que están en todos los lugares, ¡claro! y más en días soleados con sus sombreros y su vestiditos y ternos en pleno calor, son los evangélicos que tienen un gran amor y fuerza de voluntad por tocar y tocar las puertas de los aterrados hogareños que esperan en silencio detrás de la cortina que continúen en la casa vecino.
El grupo de jóvenes para de cantar y bailar por un momento frente a la parada del trole, se dan cuenta que alguien los mira. Es el momento preciso para acercarse. Amablemente cuentan que lo que están haciendo es una alabanza y difusión de la conciencia Krishna, a través del canto y la danza. Y es que salen al templo ubicado en el centro en la calle Guayaquil, para después salir a las calles del Centro Histórico a difundir su religión y después regresar al templo a comer, como una especie de recompensa. Como sus principios tienen no comer carne, no ingerir bebidas alcohólicas, no tener sexo, no drogarse. Muchos dirán son vegetarianos, la respuesta es sí, pero teniendo en cuenta que ellos lo hacen porque no creen en la violencia y sí en la reencarnación, además que hay como una especie de subdivisiones: Los que no comen carne, los que no comen nada que se derive de animales, y los que no comen nada que tenga sombra. ¡Complicado! el hecho de intentar pertenecer a esta religión, Patricio Constante, estudiante de 23 años, cuenta que él tiene familiares que pertenecen a este culto y dice que él lo intentó. ”Es muy difícil no comer carne y eso que lo intenté cuando tenía 10 años, y es que aparte de eso se come poco. Definitivamente sería una religión en donde yo pasaría hambre”.
En el templo se reúnen para hablar sobre la conciencia de Krisna, mientras las mujeres cocinan la `Prasadam`, que es la comida espiritual. Empieza el culto y los hombres están al frente y las mujeres atrás. Si no encontraba alguna similitud con nuestra cultura, pues ahí está, ciertamente una postura que determina cierto machismo.
Otra de las cosas que también llaman la atención es el hecho que tengan sexo sólo para la reproducción y no como una forma de placer ¿y el Kamasutra, aquel un texto hindú antiguo que ofrece las posiciones para obtener un mayor gozo en el acto sexual? ¿Cómo entender una religión que no permite tener relaciones sexuales para el gozo del cuerpo y existe un libro que habla de sexo? Pues bien ahí va la posible respuesta. Primero entender que el libro no sólo es sexo y que existe un contexto y todo un trayecto para llegar a la parte de la posiciones, pasando por el cortejo (lo que en la actualidad se les olvida a las nuevas generaciones), la selección de la pareja, el matrimonio y al final el kamasutra que define el sexo como una "unión divina” y que sólo, escúchenlo bien, que sólo lo puede hacer en el matrimonio, fuera de él sería considerado pecado. En todo caso queda a conciencia de cada quien. El cántico empieza a aflorar de las voces de los jóvenes krishnas.
“Hare Krisna Hare Krisna Krisna Krisna Hare Hare Hare Rama Hare Rama Rama Rama Hare Hare” Se escucha que van cantando el grupo por el centro histórico, esto es un llamado espiritual al Señor y a su energía, para que les brinden protección al alma. Gouranga, así se conoce a Javier en la comunidad Krishna, se aleja cantando, bailando para profesar su religión.
Realizado por Diana Aucay