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PPonte en nuestros zapatos

Con el sol irradiante, con la gota de sudor recorriendo mi espalda, observando y escuchando con intriga  esa defensa disfrazada hacia la mujer, viendovarios rostros de mujeres y niños, filas en cada carpa blanca en donde varios colectivos pretendía exponer la lucha contra la violencia y el machismo, pero en los cuales lo único que se hacía era entregar pulseras, paraguas, emitir discursos pro Municipio, entre otras cosas que ni para que mencionarlas, y en  definitiva lo único que se veía eran palabras que a la final se las llevaba el aire y trípticos que tenían como destino la basura. Pero era peor aún escuchar esos discursos “anti-machistas” que a pesar de tener una máscara feminista no se podía expresar de manera más misógina que un machista cavernícola; sin embargo no todo es negativo y falso, porque a la final si hubo una verdadera lucha frente a las agresiones patriarcales, una lucha que vino muy aparte del querido municipio que ha prestado atención a las mujeres víctimas de violencia.

Ese grupo que en  verdad es activista, que lucha  por los derechos del género, por una igualdad hombres y mujeres, por una sociedad sin machismo, sobre nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpo era lo que más resalto en ese domingo. Con frases puntuales y sin pelos en la lengua con frases que varias mujeres han querido gritar pero que esta bendita cultura nos impone callar.

Ponte en nuestros zapatos, en los zapatos de miles de mujeres, en mis zapatos, en los zapatos de las chicas que un días has morboseado, en los zapatos de mujeres que han sido víctimas de agresiones y que sin embargo han tenido la fuerza necesaria para pararse y gritar su dolor, expresar la repugnancia que han causado esas agresiones por medio del desfogue de  frases como: ´chucha con chucha es nuestra lucha´, ´fui violada y tu dios no hizo nada´, ´aborto si, aborto no, eso lo decido yo´, ´detrás de una mujer feliz, hay un machista violento abandonado´ y en definitiva frases que a la final llaman a tu afectividad, para ver si así reaccionas y por vez primera  y tomas la batuta de una revolución que no se si llamarla feminista o como mismo, pero que seguramente reconocerá el trabajo de la mujer en la sociedad, sin menospreciar el trabajo más duro que es ser madre, ama de casa y en definitiva mujer.

Ponte en nuestros zapatos en esos que no son reconocidos, en esos que a pesar de ser tan valiosos para la sociedad y la supuesta justicia son denigrados, archivados y jamás ajusticiados. Ponte en los zapatos de mujeres  que como Carmen Tipantaxi dijeron basta al abuso y pasaron de  ser víctimas a ser activistas.

 

Realizado por Johanna Narváez

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