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Menú del día: ‘La bota’ en su salsa, con una pizca peruana

Dentro de los placeres que tiene la vida, la comida es probablemente una de las experiencias más deliciosas. Existen alimentos grandes y pequeños, dulces y amargos, a veces crudos otros quemados, pero, inexplicablemente las sensaciones que se producen en nuestra lengua son únicas.  Con esa premisa, de que mi lengua sienta un baile de sabores, desde una salsa hasta un bolero gastronómico, me fui a probar comida, comida en abundancia.

Como en toda buena comida el acompañamiento es el aderezo extra de la aventura, fui acompañado por una amiga que estaba dispuesta a probar los ingredientes de la cocina italiana. De esa manera entramos a Il Cappo Di Magi  un restaurante italiano. Allí pedimos canelos de camarones en salsa de 4 quesos.

La decoración del lugar genera  un ambiente a Italia, una mezcla de cava y ‘ristorante’  que conjuntamente con imágenes en movimiento de lugares turísticos italianos y música en el idioma natal del país de la bota, daban el toque perfecto para que los sentidos, desde la vista al gusto,  se activen.

 

Calientes, con el humo desbordante, pasaron los canelones. Dos tenedores sirvieron de trasporte, donde la boca era la última parada. El primer bocado, fue inmediatamente seguido por el segundo, y súbitamente detenido para que los sabores a pasta fresca, camarones y la salsa de 4 quesos haga lo suyo: derretir el paladar.

 

Salimos del sitio. Continuábamos  la plática, con mi amiga, para saber donde era nuestro siguiente destino. Era las 5, coincidimos con la ‘hora del té’ en Bocatto. Entramos al lugar, nos sentamos y elegimos calzone de carne y un té, para hacerle honor a la hora.

 

Mientras esperábamos, el sonido de música ligera acompañaba al ambiente elegante del lugar. Las velas en cada mesa, la estantería de madera que acobijaba los vinos de diferentes países decoraban a la ventana gigante  que tenía una vista de la carita de Dios.

 

Llegó el calzone. Tomamos los tenedores y los cuchillos, como cirujanos lo cortamos.  En seguida salió, como sangre, la pasta de tomate mezclada con queso mozzarella derretido, por el calor interior del  plato. El aroma se mezclaba con la albaca fresca que decoraba el exterior de la comida.

 

Un sabor único y delicioso nos envolvió las papilas que acompañado por el té con limón hizo de la experiencia un deleite para el paladar. La siguiente parada gustativa era la spaguetti en salsa boloñesa.

 

Guiados por  nuestro deseo de seguir probando a Italia en nuestro paladar, entramos a Panini. Allí, pedimos lo que nuestros estómagos exigían. El plato llegó caliente bañado de salsa boloñesa. Como dicen y digo la comida no solo entra por la boca sino también por la vista y el olfato, y en esos dos aspectos el plato cerró mis ansias de spaguetti, quizá  fue el restaurante, quizá fue astigmatismo.  Mi amiga y yo salimos del lugar coincidiendo que  lo mejor del spaguetti con su salsa fue el pan de ajo.

 

Tomamos agua para desazonar nuestras lenguas. Fuimos a Sbarro por pizza como  hecha en casa. Llegamos compramos una pizza de jamón ahumado con piña, hawaina la llaman en nuestro diario comer. La masa era una combinación de suavidad y dureza, sueva en su interior y crujiente en los bordes.  La piña y el jamón daban un toque ácido al paladar. Fue una experiencia gratificante para el gusto.

 

Todo fue salado en nuestra boca. Necesitábamos algo dulce para nuestra lengua. Nos detuvimos en Cassolette  compramos un suspiro limeño, que según la vendedora era bastante dulce. Tomamos unas pequeñas cucharas, y como si fuesen palas desenterramos su sabor azucarado. Puedo decir que no todos los suspiros son nostálgicos, este fue el más dulzón que he probado.

 

Satisfechos, y llenos a rebozar, así fue nuestra aventura gustativa, entre sabores exquisitos y desazones infinitos, pasando por la bella Italia y saltando el charco hacia Lima, tomando agua y te, finalizó. Deseando seguir experimentando en nuestro paladar, con una próxima parada en mente: la comida costeña de nuestro Ecuador.

 

 

Realizado por Mateo Garzón

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