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​ En un ambiente concurrido de tráfico y ventas ambulantes se encuentra Elizabeth, ambateña de 39 años. La venta de limones y mandarinas que los expende en la calle Brasil y la avenida América junto al pollo Gus, ayudan al sostén de su familia.​

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¨Dar de comer a tres hijos no es fácil, Cristian y Michael, mis dos últimos hijos estudian en la escuela Venezuela, solo mi hijo mayor, Juan de 22 años a veces trabaja cuidando carros en la feria libre de cotocollao los viernes y sábados, y otros días es cargador en una bodega de la Ofelia ¨ son las palabras de Elizabeth luego de haber iniciado la venta de futas.

 

Amada Elizabeth Caguana Quishpe, trabaja desde los 17 años. Inició en su ciudad de origen, Ambato. Ayudando a su madre en un puesto de verduras del mayorista. Se casó a los 19, luego de tener a Juan, su primer hijo. A la edad de 27 años el padre de sus hijos la abandonó.

 

Tuvo que irse a vivir a la provincia del Cotopaxi, en Saquisilí donde vivía arrendando dos cuartos y un baño, que los pagaba vendiendo habas en los buses interprovinciales, “yo de arriendo, luz y agua pagaba 60.000 sucres” dijo Elizabeth.

 

Llegó a la capital luego de que una señora le pague por ayudarle a entregar fruta en el mercado mayorista, sur de la ciudad, desde las dos de la mañana.

Que sus hijos no tengan a su padre le duele más que ser una del 10% de mujeres que son jefes de hogar y solteras en el Ecuador, según datos del
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Ecuador (INEC).

 

Luego de haber trabajado por seis meses con ¨Doña Juana¨ como Elizabeth llama a su ex jefa, se ha dedicado al expendio de verduras y frutas en distintos semáforos, no se pude quedar en el mismo porque una prima de ella le cedió el semáforo por tres días a la semana.

 

Aguantando sol, lluvias y desplantes de los conductores, Elizabeth tiene la esperanza de encontrar un trabajo con salario fijo para seguir manteniendo a sus hijos.