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“Las fiestas me ayudan a sobrevivir”

Mi nombre es Jessenia Campaña, tengo 40 años y asisto a este tipo de eventos para ayudar a mi familia y aguantar la crisis económica, mencionó esta señora.


Ella es un
a más de miles de personas desempleadas en la capital, pero aprovecha de las fiestas y asiste a conciertos y encuentros deportivos para ganarse el pan del día.



Todo empezó hace 4 años, trabajaba de empleada doméstica y tuve que renunciar porque me enferme, mis patrones no me dieron la mano. Tuve que dejar de trabajar hasta recuperarme.


Tras mi recuperación no encontré empleo, pero gracias a Dios hasta el día de hoy no me he muerto del hambre. Así que cada vez que hay estas fiestas, salgo para ganarme alguito.


Al principio me daba vergüenza, menciono ella, el periodista preguntó que cual era su labor. Ella mencionó. Cuido carros a las afueras de los conciertos, vendo caramelos, y otras golosinas. También vendía vinos, pero los municipales no me dejan.


Se observa a miles de personas llegar al parque Quitumbe, al sur de Quito, con el afán de escuchar a sus artistas, pero nadie se fija en cientos de personas que hacen de todo por conseguir algo de dinero para llevar a sus hogares.


Jessenia menciona que, ni las autoridades le ayudan a una. Pero toca buscarse una manera de solventar la casa y la familia. Mis hijos me acompañan cuando no están en clases. Hay muchos peligros, pero con Dios alado de uno, no me ha pasado nada.


Gonzalito, uno de sus hijos grita por los alrededores del evento ¡Chicles!, ¡Chupetes! ¡Caramelos!, ¡Cigarrillos!, mientras miles de personas gritan ¡Viva Quito! En esta escena se muestra la desigualdad que hay en la capital. Pero Jessenia y sus hijos no dan marcha atrás.


Ella dice que nunca les ha faltado la comidita, y va a seguir alimentando a sus hijos sin importar lo que tenga que hacer.


Los vendedores ambulantes que asisten a estos lugares no tienen ningún apoyo por parte de las autoridades, mas bien, los persiguen en algunos casos.
Llegaron las 12 de la noche, Jessenia termino de vender la mayoría de productos, y el concierto aun no terminaba, pero elle dijo que tenía que regresar a casa para alistar  los uniformes de sus hijos, porque al día siguiente tenían clases.

Ella nunca habló de esto con ninguna persona, pero menciona que fue algo positivo que alguien la escuchara. Y le gustaría que historias  no son conocidas sean contadas, para mostrar la realidad que vive el país, y que no todo es fiesta y diversión. Hay gente que vive en condiciones infrahumanas. La últimas palabras de esta señora fueron “las fiestas me ayudan a sobrevivir, y a solventar mi hogar, espero que  Dios se acuerde de nosotros algún rato”

Espero que  Dios se acuerde de nosotros

Realizado por Adrián Morejón

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