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“Que viva, mi Quito Colonial”

La tarde caía obscura, las luminarias de la gran metrópoli empezaban a encenderse, al son de la sal quiteña, la algarabía de las chivas, el calor de los canelazos, y al unísono canto del Chulla Quiteño, que se escuchaba hasta en los más recónditos lugares de esta bella ciudad se celebraba un aniversario más de fundación de la capital ecuatoriana.


El Ocaso de la tarde es la señal para que jóvenes y adultos, niños y ancianos den un paseo por los atractivos turísticos, así como por la programación que la capital Ecuatoriana ofrece en su aniversario, este es el caso de David Osorio, quien toma su abrigo y tras un ¡Que viva Quito carajo¡ abandona su hogar.


La hora del duelo se había pactado y apenas  tenía unos minutos para llegar a ese lugar. El tráfico es imposible en las fiestas de Quito mencionó con voz sigilosa, tengo diez minutos y con este tráfico no llego, así que monta su bicicleta y tras esquivar el estancado tráfico capitalino, llega a la Av. Prensa y Zamora, sube al tercer piso, saluda a los presentes, y con cautela, se acerca a observar el que sería su objetivo, en la disputa que protagonizaría aquella noche.


Los contrincantes, el juez, así como su compañera estaban listos,  los señores  apostadores alrededor de ellos se volcaban, como tigres cercando a su carnada, para darle su crédito al jugador que creían ganaría,  mirada de confianza entre compañeros de equipo, y al final una oración como cábala para iniciar este duelo de parejas

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Entre risas, aplausos, palabras de aliento y nervios da inicio el cuarto duelo de la semana, ya habían eliminado a tres parejas y  la final será lo más duro exclamó seria Elizabeth Vasco, compañera de David en este torneo.


Iniciada la ronda de repartición, el turno de botar primero era para el equipo de David, tras un análisis bota una carta baja, y bastó un cruce d miradas para q Elizabeth supiera lo que debía hacer, la primera mesa la levantaron sin mayor dificultad, los minutos pasaban y tras unas estrategias de juego practicadas durante la semana, pudieron ganar con justicia, ese anhelado trofeo de 40.


Los aplausos no se hicieron esperar, la cerveza y las canelas como parte del premio empezaron a brindarse, David alzó el trofeo y gritó un ¡Que viva mi Quito colonial¡ nadie quería quedarse afuera de la celebración y, es que, no es para menos, ya han pasado 420 años de la fundación de la carita de Dios, y con júbilo propios y extraños hacen su reverencia a esta ciudad llena de encanto, declarada patrimonio cultural de la humanidad.

Realizado por Roxanna Villacreses 

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