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"LA  GENTE SACA LA BASURA Y AL SIGUIENTE DÍA TODO ESTÁ LIMPIO"

Edison Villena tiene 22 años nunca pensó pasar de estudiante a recolector de basura.

 

Son las 04:00 del pasado domingo, las madrugadas en el cantón Pelileo, en Tungurahua son frías.

El motor del carro recolector de basura empieza a calentarse, el viento sopla fuerte y el alumbrado público será el camino a recorrer.

 

Jhon Medina, chofer del basurero, se acerca hacia Edison y dice “que frío que hace en esta hora, pero conforme avancemos y con el trabajo terminara sudando”.

 

Julián Masaquiza, recolector de basura y compañero de turno de Edison menciona que es difícil  trabajar mientras los demás duermen.

 

La madrugada recién empieza y las fundas de basura se observan en cada esquina. El trabajo empieza en la avenida Confraternidad, centro de la ciudad, posteriormente recorre todo Pelileo, llega  al barrio el Tambo y culmina donde empieza el recorrido.

 

Edison se coloca los guantes como si tuviera todo el tiempo del mundo, no sabía si de verdad eran útiles “pero para algo deben servir”,  manifestó, al momento que Julián le grita: “apúrese que no tenemos toda la mañana y debemos terminar antes que las personas se levanten

 

Conforme avanza el recorrido las fundas de basuras varían de tamaño y contenido, un costal que parecía pesado, por su tamaño, terminó por ser el más liviano ya que solo contenía fundas plásticas, en cambio un recipiente, que a primera vista, fue pequeño, contenía escombros de una construcción y  necesitaba la ayuda de Julián para levantarlo.

 

De repente Edison pasó de estar con frío a sudar como si estuviese en una competición atlética, “esto es duro loco”, fueron las palabras de Julián mientras silbaba para que el recolector se detenga, porque en esa cuadra la basura formaba una gran montaña que había que arrojar al basureo.

 

“Es un trabajo in visibilizado, tan solo la gente saca la basura y al día siguiente todo esta limpio pero nadie se da cuenta de la labor que nosotros realizamos en esta mañana”, manifestó Edison, mientras corre detrás del basurero con una funda de zapatos viejos.

 

Ya en medio recorrido, un olor desagradable invade el ambiente, parece un animal muerto dice Edison y Julián solo afirma con la cabeza.

 

En ese momento miró la importancia que fue estar con guantes, posiblemente fue un perro, estaba tan descompuesto que los gusanos ya se lo habían comido, pero había que levantarlo.

 

Frente del almacén El Fabricante, en el Tambo, un costal blanco esperaba ser retirado de la vereda, Edison se acerca, sostiene el costal pero se da cuenta que contiene restos de vidrio y puede ser peligroso si no se lo maneja de manera  adecuada. “Sin guantes para la manipulación de este costal me hubiera cortado las manos”, dijo Edison mientras se colgaba al basurero.

 

Son las 10:00, el camión está lleno, el sol brilla de una manera asombrosa. La basura termina en la planta de tratamiento de la parroquia Ambabaqui.

 

La jornada terminó. “mañana habrá mas basura que recoger y quien sabe con que nos encontraremos”, menciona Edison, mientras descansa sobre la tierra.

Realizado por Edison Villena

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