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Rock que resiste la conquista

Su nombre es Rockmiñawi, nació un 5 de diciembre, hace quince años, con la memoria bajo el brazo. En esa decena y media, cada año, en los primeros días del doceavo mes, se hace presente con un concierto de música disonante a “los viva quito”, a los pasacalles y regetones que desde chivas se escuchan; donde gente vestida de negro, discordante al azul y rojo que lleva la bandera de Quito y que cuelgan como guirnaldas de los balcones, viene a recordar al héroe indígena Rumiñawi y a su resistencia ante la conquista española de la ciudad.

 

Retorno a gran parte de lo que somos, a un pedazo de nuestra identidad, al recuerdo de la comunidad original que habitó esta tierra; oposición ante la idea dominante de orden y progreso; es un rito urbano de resistencia que mediante música rock y andina, poesía urbana, danza étnica y contemporánea y teatro gestual, es ruptura y continuidad cultural al mismo tiempo.

 

2 de diciembre, por decimoquinta vez, justamente en el Centro Histórico de Quito que  mantiene el aire religioso y conservador, junto de la iglesia de San Francisco, suena la música que se opone y cuestiona a mucho de lo que dentro de ella se predica. Desde las 10:00, más de 5 horas transcurren con diferentes estilos de rock recordando y honrando la memoria de los antepasados.

 

Miles de personas reunidas, escuchan y cantan junto a las bandas nacionales como Mortal Decisión, Notoken, Jaime Guevara, Ente, entre otras; a momentos las melodías se tornan más veloces juntando a la multitud en el baile que caracteriza al rock mientras que las palomas que viven en los tejados aledaños parecen unirse a las vueltas que se forman con este mosh, pintando de energía y dinamismo a esa danza que se vive entre saltos y  choques de unos contra otros al ritmo de la música.

 

Termina el concierto, una vez más el Rockmiñawi ha confrontado pacífica y creativamente las celebraciones y conmemoraciones oficiales que se realizan por la fundación española de Quito. Los rostros, en su mayoría jóvenes, se ven cansados pero con una sonrisa parecida a la que, me imagino, quedaban plasmadas en los rostros de los guerreros en las batallas de resistencia, porque este rito urbano después de quince años sigue siendo precisamente eso: ¡Resistencia!.

Realizado por Paola Rodríguez

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